El Meandro del Melero en dos estaciones: verano e invierno en imágenes
Un paisaje, dos almas
El Meandro del Melero es uno de esos lugares donde el paisaje se convierte en experiencia. Lo he fotografiado en varias ocasiones, y ninguna ha sido igual. La luz, el clima, la estación… todo cambia. En este post comparto una serie de imágenes tomadas en dos momentos extremos del año: verano e invierno. El mismo lugar, dos personalidades.
El Meandro del Melero en verano: claridad, formas y contraste
En verano, la luz lo define todo. Los contornos del meandro se perfilan con nitidez, el agua refleja los verdes de la vegetación, y el cielo, limpio y expansivo, acompaña el conjunto. Fotográficamente, es una época que invita al color y al detalle. Las formas se imponen con fuerza.
👉 Consejo fotográfico: Es ideal para jugar con filtros polarizadores y largas exposiciones al atardecer, cuando los contrastes se suavizan.
El invierno en el Meandro: atmósfera, misterio y textura
En invierno, el mismo lugar se transforma. La niebla, la lluvia o la nubosidad baja desdibujan las líneas, pero aportan atmósfera. Los colores se apagan, pero las texturas se hacen protagonistas: el agua oscura, el barro en los bordes, las ramas desnudas. Es un escenario más introspectivo, más emocional.
👉 Consejo fotográfico: Usa velocidades lentas y abraza las condiciones climáticas: niebla, gotas en el objetivo, contraluces difusos… todo aporta.
Un lugar para volver
Lo fascinante del Meandro del Melero es que, como todo paisaje vivo, nunca se repite. Estas imágenes muestran cómo un mismo lugar puede generar sensaciones completamente distintas, dependiendo de cuándo lo visitas y cómo lo miras.



